M e alegra haber llegado antes al Leonardo Padura de El hombre que amaba a los perros que al autor del ciclo de Mario Conde. Aun mostrando un dominio léxico y sintáctico sin igual en ambos, existe una diferencia radical: la ambición. En El hombre que amaba a los perros había una intención de abarcarlo todo y de profundizar, algo que no he encontrado en La cola de la serpiente. No se trata de un defecto, puesto que el objetivo de las novelas policíacas no es indagar en los contenidos sino elaborar una compleja trama que atrape al lector como una tela de araña. ¿Consigue este fin La cola de la serpiente ? Desde luego, la trama es bastante simple y, bien mirado, como lectora, tiene un papel secundario. A mí me interesan más los problemas vitales de Mario Conde, esa angustia existencial que intenta camuflar bajo una mirada libidinosa. La descripción de la china mulata Patricia Chion, el erotismo que aflora de ella en presencia y en ausencia, los comentarios procaces en tono zumbón qu...
Deshaced ese verso, Quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma. Aventad las palabras, y si después queda algo todavía, eso será la poesía. (León Felipe)