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Mostrando entradas de octubre, 2011

Mi pueblo

Quería compartirlo, aunque es un poco feo, ¿no? ¡Y tiene solo dos habitantes! http://mexico.pueblosamerica.com/i/margarita-pacheco/ Fotos:  http://mexico.pueblosamerica.com/foto/margarita-pacheco

Hemingway, París era una fiesta.

Para celebrar el Día de las Bibliotecas, vamos a recordar un gran libro de Ernest Hemingway, una crónica de los años veinte y de su generación, pero también una reflexión sobre el oficio de escritor. Van surgiendo las impresiones de Hemingway sobre su estancia en París durante su juventud, cuando era feliz con su esposa Hadley,  a pesar de los apuros económicos, sobre todo cuando decide dejar sus colaboraciones periodísticas para dedicarse a escribir cuentos. Todavía no ha escrito una novela porque siente que debe hacer un aprendizaje previo. Sus reflexiones y anécdotas se van sucediendo con cierto desorden, con espontaneidad y con aparente sinceridad. La imagen que nos transmite de Gertrude Stein -que puso de moda la denominación de "Generación perdida", la generación que sirvió en la guerra y que se autodestruye con los excesos y el alcohol- es ambivalente. Por un lado, le parece una buena mujer, por otro dice que nunca habla bien de los escritores que pueden hace

Para las 829 víctimas (y tantas otras). Para ti, Jesús. Siempre in memoriam.

Hacia la paz La paz: ese regreso ya sin nuevas salidas. Melancólica y rubia, la paz. Y lo completo. La calma redonda de la naturaleza. Mas si a veces miramos los barcos en los puertos y ¡ah las hojas que tiemblan cuando sopla la brisa! debemos ser cautos. No nos perdonarían los dioses si otra vez pensáramos que acaso existen otros dioses, quizá otros paraísos, y otros puertos posibles, y otras navegaciones. (Gabriel Celaya)
Y luego dicen que los jóvenes pasan de todo... ¡Qué alegría!

La fórmula preferida del profesor, de Yoko Ogawa.

La fórmula preferida del profesor fue publicada en 2003 y desde entonces cosecha premios y es uno de los libros más vendidos en Japón, donde ha sido un éxito total. No es la primera vez que una novela juega con los números, pensemos por ejemplo en La soledad de los números primos , pero sí parece original el amor que nos transmite por las matemáticas, por esas coincidencias numéricas que están tan cerca de la magia. Es el mismo amor que siente el profesor, el que le lleva a sobrevivir a su memoria de 80 minutos, el que le une a sus nuevos amigos. Ojalá mis profesores de Matemáticas hubieran sentido al menos algo parecido a este entusiasmo por los números... Por otro lado, la novela, que ha sido definida como un largo haiku, es una reflexión poética y sencilla sobre las relaciones humanas más puras, las más altruistas. El profesor protege al niño, la mujer protege al profesor, porque son seres vulnerables, pero valiosos. Se crea una atmósfera de concordia que creemos i

Alicia Giménez Bartlett, Donde nadie te encuentre.

Cuando Alicia Giménez Bartlett leyó el libro de José Calvo, La Pastora. Del monte al mito , se sintió atrapada por este personaje histórico que en la década de los 50 seguía perteneciendo al maquis del Maestrazgo castellonense. ¿Cómo convertir un relato histórico en una novela? Se trataba de crear un armazón literario en el que integrar las andanzas reales de Teresa-Florencio Pla Mesegué. Para ello recurre a un género que le resulta familiar -no olvidemos que es la autora de las novelas de Petra Delicado-: la novela policíaca, pero lo adapta a sus necesidades. Se requiere no un detective sino un periodista que pueda investigar dónde se encuentra la bandolera más perseguida de la época y el motivo para buscarla: un estudio psiquiátrico. Traza de este modo dos tramas paralelas: por un lado, un periodista y un médico francés -al ser extranjero compara la situación de su país, tranquila, apacible, con la de España tras la Guerra Civil y en plena represión- recorren la sierra tras el ra

Oda a la tristeza. Pablo Neruda

Porque algunas falsas "esperanzas" nos sacan de nuestra querida rutina y nos obligan a defender lo que era nuestro. Tristeza, escarabajo de siete patas rotas, huevo de telaraña, rata descalabrada, esqueleto de perra: Aquí no entras. No pasa. Ándate. Vuelve al sur con tu paraguas, vuelve al norte con tus dientes de culebra. Aquí vive un poeta. La tristeza no puede entrar por estas puertas. Por las ventanas entra el aire del mundo, las rojas rosas nuevas, las banderas bordadas del pueblo y su victoria. No puedes. Aquí no entras. Sacude tus alas de murciélago, yo pisaré las plumas que caen de tu mano, yo barreré los trozos de tu cadáver hacia las cuatro puntas del viento, yo te torceré el cuello, te coseré los ojos, cortaré tu mortaja y enterraré, tristeza, tus huesos roedores bajo la primavera de un manzano. Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos: quiero la luz y el trigo de tus manos amadas pasar una vez más sobre mí su frescura