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Mostrando entradas de julio, 2013

Luis Eduardo Aute, El niño que miraba el mar

Una gran canción de un poeta que canta. Escuchadla si podéis. Cada vez que veo esa fotografía que huye del cliché del álbum familiar, miro a ese niño que hace de vigía oteando el más allá del fin del mar. Aún resuena en su cabeza el bombardeo de una guerra de Dragones sin cuartel, su mirada queda oculta pero veo lo que ven sus ojos porque yo soy él. Y daría lo vivido  por sentarme a su costado para verme en su futuro  desde todo mi pasado y mirándole a los ojos preguntarle enmimismado  si descubre a su verdugo en mis ojos reflejado mientras él me ve mirar a ese niño que miraba el mar. Ese niño ajeno al paso de las horas y que está poniendo en marcha su reloj no es consciente de que incuba el mar de aurora ese mal del animal que ya soy yo. Frente a él oscuras horas de naufragios acumulan tumbas junto al malecón y sospecha que ese mar es un presagio de que al otro lado espera otro Dragón. Y daría lo vivido  por sent

Jane Austen, Mansfield Park

En las novelas de Jane Austen, lo de menos es el argumento. No voy a contar en qué cuento se inspira porque no me gustaría desvelar el final, pero pronto os daréis cuenta. Lo importante de sus novelas es la introspección, la disección que realiza de los sentimientos, el estudio psicológico que nos muestra. Los personajes dialogan sobre cualquier cuestión con tal sutileza que descubrimos un mundo infinito de matices. Las descripciones de sus temperamentos y caracteres son prolijas y están llenas de matices. Esta sutileza está aquí enmarcada en una estructura casi perfecta (quizá el final es demasiado precipitado teniendo en cuenta el ritmo lento del resto del libro, pero también lo es el comienzo, que resume en pocas líneas el principio de todo, para continuar in media res ).  Tres bellas hermanas de clase alta escogen con mayor o menor acierto pareja, lo que determina todo su futuro. No se trata aquí de casarse por amor sino de saber elegir lo más conveniente, es decir, la posici