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Mostrando entradas de junio, 2014
“Armuz” Pequeña constelación caída del cielo. Racimo de lágrimas heladas en el útero de un monte olvidado. Negra ladera silente en donde vienen a dormir las rocas vivas y las fuentes muertas, el otoño de los álamos, la inocencia de los corzos, sus ojos con espanto de disparos. En la noche sin luna me llamas, madriguera del lobo sonámbulo. Camino hacia ti por sendero invisible, pero han descendido a guiarme luminarias de otros mundos. A sus lágrimas mudas entregaré mis lágrimas de felicidad. Pequeña constelación caída del cielo: camino en la noche hacia tu infinitud. Camino en la noche hacia la infinitud.  (Antonio Colinas, Canciones para una música silente ).
“El laberinto invisible” Para el que sabe ver siempre habrá al final del laberinto de la vida una puerta de oro. Si la atraviesas hallarás un patio con musgo, empedrado, y en él dos cedros opulentos con sus pájaros dormidos. (No encontrarás ya aquí la música de Orfeo, sino solo silencio.) Cruza el patio, verás luego otra puerta. Ábrela. Ya dentro, en la penumbra, verás un muro y, en él, unas palabras muy borrosas de cuya sencillez brota una luz que, lenta, pasa a ti y te devuelve al fin la libertad, la plenitud de ser: “Sean siempre alabadas las palabras dulcísimas que sanan: paz y bien”. Después, ya en soledad profunda, verás que te hallas frente a otra puerta que aún no puedes abrir, porque no es el momento: la que quizá te lleve a otro laberinto, al laberinto último, invisible. ¿De él habrá salida? (Solo queda esperar, esperar al amparo seguro de esas letras borrosas que sanan). (Antonio Colinas, Canciones para una música silente ).

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José Luis Sampedro, Congreso en Estocolmo

La primera novela de José Luis Sampedro, escrita en 1952, parte de una trama sencilla, casi anodina: un matemático soriano asiste a un congreso científico en Estocolmo y allí descubre que la vida es algo muy diferente a lo que él ha vivido hasta entonces, que no ha vivido una existencia plena, sino un simulacro. Sin embargo, lo que verdaderamente transmite esta novela es la visión de la España gris, provinciana, asfixiante de la década de los 50, y ello sin apenas aludir a ese marco espacial que lo determina todo, pero que se mantiene en la lejanía.  El profesor Espejo, que al comienzo de la novela se siente inadaptado, ajeno a ese nuevo mundo, a ese paisaje nórdico tan distinto del patrio, termina por sentirse cómodo en él, como si hubiera encontrado su sitio, que no es más que el lugar de la libertad. Allí encuentra el amor, un amor imposible, un recuerdo vivo al que aferrarse toda la vida que le quede en su existencia vacía de Soria. Los personajes son seres reales, contradi
 El verbo abdicar , que significa ‘ceder un monarca la soberanía sobre su reino’, como transitivo se construye sin preposición ( abdicar el trono o abdicar la Corona ), y cuando funciona como intransitivo le sigue un complemento introducido por de , no por a, ( abdicar del trono , no abdicar al trono), tal como indica el Diccionario panhispánico de dudas. Cuando se menciona al nuevo monarca, el verbo va seguido de en o en favor de. (Fundéu).
Antonio Colinas acaba de publicar Canciones para una música silente . No saldrá en los telediarios ni le dedicarán un comentario la mayor parte de los periódicos, pero esta es la mejor noticia del año. ¿No estáis de acuerdo? Sé que la noche  de primavera oculta la nieve rosa de los cerezos. Sé que bajo la noche de invierno duerme la primavera sobre la nieve rosa de los cerezos. Yo sé que el fruto de los cerezos es el otoño de la vida,  lo que dura el resplandor ardoroso de un verano,  lo que dura el incendio que ha arrasado un bosque. (Antonio Colinas, Canciones para una música silente ). Porque la poesía es una ciencia exacta, la que describe con más exactitud los sentimientos.