Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2011

John M. Coetzee, Verano

Siguiendo la recomendación de Mar, he leído Infancia y Juventud antes de emprender la aventura de Verano , puesto que se puede considerar la trilogía autobiográfica de John Coetzee. Creo que es la mejor forma de acercarse a este libro, puesto que solo así puede aprehenderse una personalidad tan compleja como la de este escritor de la no menos compleja Sudáfrica. Los tres libros tienen en común la sinceridad sin fisuras del narrador -o eso parece-, tan inusitada en una autobiografía que parece inaugurar un género nuevo, aunque no debemos fiarnos mucho de un escritor que posee verdadera conciencia de tal. Aun así, sorprende la capacidad de autoanálisis que tiene Coerzee, especialmente en Verano .  Verano sorprende sobre todo porque, después de Infancia y Juventud , esperábamos una mera continuación, que el escritor contara cómo empezó a publicar, tras superar una etapa confusa de juventud y lo que nos ofrece es una novela, una ficción estructurada a través de varias voces narra

William Trevor, Verano y amor

No me parece un título muy sugerente para una novela tan sutil, aunque refleja muy bien su contenido. Es esta una pequeña historia protagonizada por dos hombres y una mujer, pero también por los vecinos de un pueblo muy cerrado sobre sí mismo. Todos tienen en común su soledad, fruto de historias anteriores, de hechos ocurridos tiempo atrás.  La vida cotidiana aparece reflejada como nunca. Es Trevor un autor detallista, obsesionado con captar el pequeño detalle, incluso el más baladí, la vida de estos seres que cobran sentido porque están inmersos en su hábitat, en su espacio. Pocas veces se ve a los personajes tan unidos a su ambiente, pocas veces la atmósfera de un ámbito es un personaje más de la novela.  De los personajes no tenemos muchos datos, no obstante, adivinamos mil matices a partir de algunos hechos esenciales. El que mejor representa a esos seres atormentados es Dillahan, absorto en sus innumerables labores cotidianas, como el caballo sujeto a la noria, para no pen

Quim Monzó, El porqué de las cosas

En estos cuentos breves no sé si Monzó llega a explicar el porqué de las cosas, pero sí presenta situaciones cotidianas de la sociedad actual, especialmente de las relaciones en pareja, con un lenguaje coloquial muy real y cercano, a veces descarnado y esa exhibición nos aporta otra forma de ver las cosas. Esas situaciones tomadas de la realidad a veces se vuelven excéntricas, extravagantes, inverosímiles, para mostrar que son poliédricas. En este sentido, destacan las narraciones que parten de cuentos clásicos, como Blancanieves o  Cenicienta, para darles otra vuelta de tuerca, una solución inesperada, más acorde con los tiempos que corren. La visión de Monzó es desencantada en ocasiones y siempre irónica. El amor, si existe, es destruido por la rutina y la incomunicación; las relaciones siempre son falsas y están asentadas sobre la infidelidad; tenemos miedo al amor porque hace sufrir; las ilusiones humanas acaban por frustrarse cuando las tenemos a nuestro alcance. Destacaría