Siguiendo la recomendación de Mar, he leído Infancia y Juventud antes de emprender la aventura de Verano, puesto que se puede considerar la trilogía autobiográfica de John Coetzee. Creo que es la mejor forma de acercarse a este libro, puesto que solo así puede aprehenderse una personalidad tan compleja como la de este escritor de la no menos compleja Sudáfrica. Los tres libros tienen en común la sinceridad sin fisuras del narrador -o eso parece-, tan inusitada en una autobiografía que parece inaugurar un género nuevo, aunque no debemos fiarnos mucho de un escritor que posee verdadera conciencia de tal. Aun así, sorprende la capacidad de autoanálisis que tiene Coerzee, especialmente en Verano.
Verano sorprende sobre todo porque, después de Infancia y Juventud, esperábamos una mera continuación, que el escritor contara cómo empezó a publicar, tras superar una etapa confusa de juventud y lo que nos ofrece es una novela, una ficción estructurada a través de varias voces narrativas, que dan una visión de conjunto mucho más pretendidamente objetiva que los libros anteriores. En Infancia y en Juventud el narrador habla en tercera persona para distanciarse, para verse desde fuera. En Verano se distancia más, puesto que simula su muerte, ya no está para contradecir a los personajes entrevistados por su supuesto biógrafo. Esta originalidad en el tratamiento de una autobiografía puede explicar que el libro haya sido elegido por Babelia mejor libro de 2010 y que figure entre los libros de ficción más reconocidos en los últimos tiempos. El propio Coetzee hace reflexionar a sus personajes sobre la elaboración del relato. Además, en esta tercera parte la profundidad con que indaga en sus sentimientos e intenciones es aún mayor y el distanciamiento le permite verse a sí mismo con una crudeza tal que se muestra a veces terriblemente humano y en otras ocasiones casi como un pelele. La novela parece contradecir la conclusión a la que llegamos tras la lectura: este escritor ha recibido una educación tan represora, tiene una personalidad tan contenida que nunca muestra su verdadero yo, que siempre se guarda algo, incluso como docente. Sin embargo, la conclusión no es tan evidente. Al final, nos queda la duda que provoca cualquier gran obra: ¿ha logrado Coetzee por fin abandonar su frialdad y mostrarnos su verdadera personalidad, incluso con una terrible crudeza o ha creado una máscara tan aparentemente real que puede seguir protegiéndose? A ver cuál es vuestra versión.
Comentarios
una biografía o una novela.
He disfrutado, he sufrido y todavía
estoy maditando. Jana