"Sinceramente, la maldad de las cosas me supera: ya no hablo de los espejos, siempre listos para descubrirnos defectos, hablo de los capuchones de bolígrafo que saltan sabe Dios adónde, del monedero que nunca está donde lo hemos dejado, de las zapatillas de las que solo encontramos la derecha cuando las buscamos con el pie, de las llaves de casa que salieron solas de la cerradura de la entrada y nos obligan a vaciar todos los bolsillos y todos los bolsos en la mesa, sin hablar de las esquinas de los muebles dispuestas a hacernos daño, los vasos que se nos van de las manos al limpiarlos y dejan esquirlas que las escobas no notan y que al enfermero del ambulatorio le cuesta horas sacar con un alfiler..." (A. Lobo Antunes, Exhortación a los cocodrilos. Siruela).
elpais.com He leído Aguirre el Magnífico porque pertenece a un subgénero que cada vez me gusta más, la biografía novelada. Y no me ha decepcionado. Vicent cumple con creces pues da cuenta de la novelesca vida de este personaje salido de los espejos deformantes del callejón del gato, según asegura el propio autor. No es que Vicent haga una descripción grotesca del personaje, es que los materiales que la historia de España más reciente y que el propio Aguirre proporcionan son en sí, al menos, pintorescos. Por lo demás, no creo que Vicent traicione a su amigo biografiado, aunque, eso sí, se cumple lo que le dijo el Rey en la recepción del comienzo de la obra, cuando Aguirre le presentó a Vicent como su “futuro biógrafo”: "Coño, Jesús, pues como lo cuentes todo, vas aviado". No sé si cuenta todo, pero hay suficientes anécdotas, muestras de su aguda inteligencia, comentarios irónicos y malvados, puros cotilleos que permiten un acercamiento a la personalidad de este ser t...
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