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Un poema del argentino Santiago Sylvester

El tiempo cobra peaje a todo lo que ha nacido para durar.
Peaje a la belleza, al porvenir, al odio;
peaje a ese montón de pelo atado en la nuca de la mujer,
a la mirada del hombre,
a las palabras que se dicen, al sentido:
     peaje aún sin saberlo,
     como existen caminos aunque no vamos a ninguna
         parte.
Ellos se han sentado allí, mesa de por medio, con la
     intención de eternidad que aturde a todo lo transitorio:
     solos y a la vez acompañados,
     en estado de mudanza;
condenados a buscar cómo se sale de la contradicción.
El tiempo cobrando peaje es infalible;
y yo mismo, a mi pesar, sin ser el tiempo cobro peaje:
     no soy el tiempo, pero soy el que mira.
(Santiago Sylvester, en La piel del jaguar. 25 poetas hispanoamericanos ante un nuevo siglo. Fundación José Manuel Lara. Vandalia, 2006).

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