Ir al contenido principal
Primero fue el poema de Lorca "Pequeño vals vienés", de Poeta en Nueva York.


En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del "Te quiero siempre".

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.


Luego la canción de Cohen. La magia del arte que une lenguas y personas.

Y luego llegó Enrique Morente, el tercer mago.


Comentarios

Entradas populares de este blog

"Vamos a ser felices", Luis Alberto de Cuenca

Vamos a ser felices un rato, vida mía, aunque no haya motivos para serlo, y el mundo sea un globo de gas letal, y nuestra historia una cutre película de brujas y vampiros. Felices porque sí, para que luego graben en nuestra sepultura la siguiente leyenda: "Aquí yacen los huesos de una mujer y un hombre que, no se sabe cómo, lograron ser felices diez minutos seguidos." (Por fuertes y fronteras).

Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

Se plantea Vargas Llosa en este ensayo el cambio semántico que se ha producido en la palabra "cultura" en los últimos años. Cuando él era adolescente, se tenía la idea de que la cultura, la alta cultura, solo podían alcanzarla unos pocos, la elite de la sociedad. Luego se generalizó la necesidad de democratizarla, lo que empobreció la cultura con mayúsculas haciéndola cada día más insustancial, más banal, más "light", lo que para él es sinónimo de "idiota". La facilidad y la superficialidad favorecen llegar a más gente. El consumidor de esta cultura se siente culto, moderno, parece estar a la vanguardia. Dentro de una tendencia general de la sociedad a cosificar al individuo entregándolo al consumo de objetos, la cultura se ha convertido en un objeto más. Su objetivo principal es facilitar la evasión; su característica principal es la evanescencia. "No aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa o angustia, pasó a ser, para sectores sociales cada