Ir al contenido principal

Aptitudes y vocaciones

Toda la obra de Huarte (1) está construida en el sentido de lo que hoy llamamos, con mucha menos gracia que él, orientación profesional. Con menos gracia y con menos eficacia. Porque yo -quiero declarar redondamente mi pensamiento- no creo, en absoluto, en la orientación profesional. Creo, sí, en cambio, en el examen de ingenios. Me explicaré: la orientación profesional se refiere a la elección de oficios o de ciertas profesiones no complejas, y se basa en pruebas de cuya virtualidad dudo fundamentalmente, extraída de exámenes actuales de las aptitudes de los sentidos y de algunas intelectivas del candidato. En suma, nos enseñan la aptitud mecánica del hombre, incluyendo entre la mecánica las reacciones intelectuales de tipo principalmente automático. En cambio, el examen de ingenios, tal como Huarte lo concebía, se basa en el estudio fundamental de la constitución del individuo y no en el de sus aptitudes actuales. Nos enseña, pues, la raíz congénita de sus tendencias para la actividad social, y, lo que es más importante, la razón biológica más intima de su afición.
Lo esencial para cumplir con rigurosa eficacia nuestra misión social no es la aptitud, sino la afición, palabra ésta que los españoles debemos ajustar a su sentido estricto de amor a la cosa elegida y de ahínco y eficacia en ese amor. Porque la tradición taurina tiene entre nosotros tanta fuerza, que al hablar de un hombre con afición, de un buen aficionado, pensamos en lo menos eficaz que hay en este mundo; a saber: en un sujeto cuya afición consiste en sentarse a ver cómo hacen los demás las cosas que a él le gustan, pero que él no es capaz de hacer. Un hombre lleno de aptitudes para una faena determinada no la realizará si no la quiere, si no está aficionado de ella, aunque lleve en su bolsillo el carnet del Instituto de Orientación con nota de sobresaliente. Por el contrario, la afición intensa, cordial, que es, en suma, la vocación, vence, con toda certeza, la falta de aptitud. No hay ser humano que no llegue a hacer lo que quiere con gana, con vocación, por escasas que sean sus condiciones físicas y espirituales para lograrlo. Afición, vocación, es amor al deber, o deber impuesto por el propio y espontáneo amor a lo elegido. En cambio, la aptitud origina tan sólo un derecho, y los hombres con derechos sólo no van a ninguna parte.
(1)Juan Huarte es el autor de Examen de ingenios para las ciencias (Espasa-Calpe, colección Austral, núm. 599), obra que contó con una rápida difusión fuera de España, a los pocos años de su aparición (1575). (Gregorio Marañón, "Orientación profesional y examen de ingenios").

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Vamos a ser felices", Luis Alberto de Cuenca

Vamos a ser felices un rato, vida mía, aunque no haya motivos para serlo, y el mundo sea un globo de gas letal, y nuestra historia una cutre película de brujas y vampiros. Felices porque sí, para que luego graben en nuestra sepultura la siguiente leyenda: "Aquí yacen los huesos de una mujer y un hombre que, no se sabe cómo, lograron ser felices diez minutos seguidos." (Por fuertes y fronteras).

Manuel Vicent, Aguirre el Magnífico

elpais.com He leído Aguirre el Magnífico porque pertenece a un subgénero que cada vez me gusta más, la biografía novelada. Y no me ha decepcionado. Vicent cumple con creces pues da cuenta de la novelesca vida de este personaje salido de los espejos deformantes del callejón del gato, según asegura el propio autor. No es que Vicent haga una descripción grotesca del personaje, es que los materiales que la historia de España más reciente y que el propio Aguirre proporcionan son en sí, al menos, pintorescos. Por lo demás, no creo que Vicent traicione a su amigo biografiado, aunque, eso sí, se cumple lo que le dijo el Rey en la recepción del comienzo de la obra, cuando Aguirre le presentó a Vicent como su “futuro biógrafo”:  "Coño, Jesús, pues como lo cuentes todo, vas aviado". No sé si cuenta todo, pero hay suficientes anécdotas, muestras de su aguda inteligencia, comentarios irónicos y malvados, puros cotilleos que permiten un acercamiento a la personalidad de este ser t...
“La democracia no consiste en que el pueblo sea contado, sino en que el pueblo cuente”. (Federico Mayor Zaragoza). Pincha aquí. Una reflexión esencial para nuestro tiempo