La novela de misterio de este escritor islandés se sale de los cauces típicos del subgénero para abordar en profundidad el análisis de las pasiones humanas. Lo que destaca no es la intriga generada por la aparición de unos huesos humanos a las afueras de Reykjavik, que no aportaría nada nuevo, sino la historia contada en flash back que ha llevado los huesos allí. Y esa historia nos habla de maltrato, contado con un detalle y realismo fuera de lo común. La mujer maltratada, de la que solo conocemos su nombre -Margrét- al final del libro, ha sufrido la violencia provocada por Grimmur (´cruel, atroz`en islandés) en todas sus fases: intento de huida, conformidad, alienación, miedo por sus hijos... pero, con la ayuda de un soldado americano, Dave (nos encontramos en la Segunda Guerra Mundial), logra plantar cara a su verdugo, oponer resistencia, tanto ella como su hijo Simon. Sus hijos son víctimas de una infancia robada. La niña, Mikkelina, "torcida", aparentemente retrasada, es la que, curiosamente, hará una vida casi normal o lo más parecido a ella.
Paralelamente, vivimos un episodio de la vida del inspector Erlendur Sveinsson que le permitirá cambiar su vida. Su hija, Eva Lind, drogadicta y embarazada de siete meses, entra en coma. Él tendrá que rescatarla de la muerte tras una búsqueda frenética. Terminará por descubrirle las marcas más imborrables de su infancia. Así, este inspector antihéroe y muy humano se muestra víctima y verdugo a la vez, como Grimer, pero la vida le ofrece otra oportunidad...
Comentarios