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"Los años y los golpes los habían enseñado a disfrutar a plenitud los instantes en que el goce era posible, para, avariciosos, dejar caer después esa efímera sensación de vida disfrutada en la alcancía de las ganancias indelebles, un recipiente translúcido como la memoria y que siempre se podía quebrar si se avecinaban tiempos peores" (Leonardo Padura, Herejes).

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