Esta magna novela de Padura se sitúa en la línea de El hombre que amaba a los perros. Como en esta, impera la ambición de abarcar la totalidad, de hacer una novela total. Y, en mi opinión, aunque no lo consigue, se queda muy cerca. Voy a tratar de explicarme. En los prolegómenos, Padura define "hereje". Según el DRAE, un hereje es una persona que niega alguno de los dogmas establecidos por una religión o una persona que disiente o se aparta de la línea oficial de opinión seguida por una institución, una organización, una academia, etc. Los herejes de esta novela lo son en los dos sentidos. Pero además, recoge una acepción propiamente cubana: "Dicho de una situación: (Estar hereje) Estar muy difícil, especialmente en el aspecto político o económico". Y también esta acepción tiene una importante presencia en la novela. Padura abarca el pasado lejano, el pasado cercano y el presente y, en ese presente, refleja magníficamente la situación de Cuba. Se trata de un...