No te olvides, temprana, de los besos un
día. De los besos alados que a tu boca llegaron. Un instante pusieron su plumaje encendido sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto. Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto, En tu boca latiendo su celeste plumaje. Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha. ¿Quién no besa esos pájaros cuando llegan, escapan? Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos. Ah, los picos delgados entre labios se hunden. Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía. ¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas! Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes. Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes, que te rozan. revuelan, mientras ciega tú brillas. No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan. Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta. Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo. Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran. (Vicente Aleixandre) |
elpais.com He leído Aguirre el Magnífico porque pertenece a un subgénero que cada vez me gusta más, la biografía novelada. Y no me ha decepcionado. Vicent cumple con creces pues da cuenta de la novelesca vida de este personaje salido de los espejos deformantes del callejón del gato, según asegura el propio autor. No es que Vicent haga una descripción grotesca del personaje, es que los materiales que la historia de España más reciente y que el propio Aguirre proporcionan son en sí, al menos, pintorescos. Por lo demás, no creo que Vicent traicione a su amigo biografiado, aunque, eso sí, se cumple lo que le dijo el Rey en la recepción del comienzo de la obra, cuando Aguirre le presentó a Vicent como su “futuro biógrafo”: "Coño, Jesús, pues como lo cuentes todo, vas aviado". No sé si cuenta todo, pero hay suficientes anécdotas, muestras de su aguda inteligencia, comentarios irónicos y malvados, puros cotilleos que permiten un acercamiento a la personalidad de este ser t...
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