La vida privada de los árboles es una novelita de 126 páginas que no puede dejar de leerse de un tirón. Y aquí "novelita" no tiene ningún sentido despectivo sino simplemente diminutivo puesto que es un relato sugerente que no carece de ninguno de los ingredientes de una gran novela, como un bonsái respecto a un baobab. El narrador cuida, efectivamente, de un bonsái mientras escribe su novela y escribe su novela mientras está esperando a su mujer, que no ha vuelto de sus clases de pintura "pero mientras no regrese el libro continúa. El libro sigue hasta que ella vuelva o hasta que Julián esté seguro de que ya no va a volver". El libro se va haciendo con los recuerdos de Julián, que va desvelándonos su vida a través de retazos: su anodina familia. "Justamente escapaba de la medianía, de las innumerables horas perdidas en compañía de nadie"; su extinta relación con Karla, "esa extraña mujer que estuvo a punto de convertirse en su enemiga"; la con...
Deshaced ese verso, Quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma. Aventad las palabras, y si después queda algo todavía, eso será la poesía. (León Felipe)