Ir al contenido principal

Amélie Nothomb, Una forma de vida

Creo que nunca antes he hecho una promesa tan firme en este blog: no volveré a leer nada de esta autora. Me gustó Estupor y temblores, un libro intrascendente, pero fresco y lleno de humor; me interesó Antichrista, un relato inverosímil pero que planteaba cuestiones que invitaban a la polémica; la Biografía del hambre me pareció  bastante más mediocre, pero sonaba sincera y, sea impostura o verdadera sinceridad, siempre he apreciado esa cualidad de los escritores de aportar verosimilitud incluso a las mayores mentiras. Pero esto sí que no. Esta historia del soldado embaucador que con sus historias engaña a la propia escritora es superior a mis fuerzas. Amélie Nothomb es una egocéntrica autora muy aplaudida -demasiado para los escasos méritos que tiene- que perdona la vida a montones de admiradores a los que se digna contestar misivas, que es incapaz de profundizar en nada de lo que trata, que pretende convertir en literatura con mayúsculas una historia simplicísima. La guerra de Irak, el problema de la obesidad, la incomunicación que está detrás de estos temas, merecerían un poquito de reflexión. Amélie Nothomb se queda siempre en la superficie, esboza, pero nunca indaga y eso, en mi opinión, es lo contrario de lo que debe hacer un escritor. A través de este libro, entramos en su "forma de vida", que debe de ser bien triste, con tanta obligación epistolar y tanta petición desmesurada por parte de sus lectores. Más le valdría irse a una isla desierta a reflexionar sobre los seres humanos  que tiene enfrente y no sabe reconocer a fuerza de mirarse a sí misma. 
Pocas veces he sentido tanta indignación ante un libro, debe de ser que lamento el tiempo dedicado -de mi limitada existencia- a una novela mediocre cuando me quedan tantos libros sublimes por leer. Claro que -como dice Lázaro- no hay libro tan malo que no permita aprovechar algo de él, en este caso, darse cuenta de la diferencia abismal que hay entre una obra de arte y un timo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Vamos a ser felices", Luis Alberto de Cuenca

Vamos a ser felices un rato, vida mía, aunque no haya motivos para serlo, y el mundo sea un globo de gas letal, y nuestra historia una cutre película de brujas y vampiros. Felices porque sí, para que luego graben en nuestra sepultura la siguiente leyenda: "Aquí yacen los huesos de una mujer y un hombre que, no se sabe cómo, lograron ser felices diez minutos seguidos." (Por fuertes y fronteras).

Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

Se plantea Vargas Llosa en este ensayo el cambio semántico que se ha producido en la palabra "cultura" en los últimos años. Cuando él era adolescente, se tenía la idea de que la cultura, la alta cultura, solo podían alcanzarla unos pocos, la elite de la sociedad. Luego se generalizó la necesidad de democratizarla, lo que empobreció la cultura con mayúsculas haciéndola cada día más insustancial, más banal, más "light", lo que para él es sinónimo de "idiota". La facilidad y la superficialidad favorecen llegar a más gente. El consumidor de esta cultura se siente culto, moderno, parece estar a la vanguardia. Dentro de una tendencia general de la sociedad a cosificar al individuo entregándolo al consumo de objetos, la cultura se ha convertido en un objeto más. Su objetivo principal es facilitar la evasión; su característica principal es la evanescencia. "No aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa o angustia, pasó a ser, para sectores sociales cada