"Un hombre generoso había regalado sin falta pan a los pajaritos todos los días durante muchos años y estaba convencido de que abrigaban el mayor agradecimiento para con él. No sabía observar: de lo contrario, se habría dado cuenta de que los pajaritos lo consideraban un imbécil a quien durante tantos años habían podido robar el pan sin que hubiese logrado capturar ni siquiera uno de ellos." (Italo Svevo, Fábulas).
Vamos a ser felices un rato, vida mía, aunque no haya motivos para serlo, y el mundo sea un globo de gas letal, y nuestra historia una cutre película de brujas y vampiros. Felices porque sí, para que luego graben en nuestra sepultura la siguiente leyenda: "Aquí yacen los huesos de una mujer y un hombre que, no se sabe cómo, lograron ser felices diez minutos seguidos." (Por fuertes y fronteras).
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