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Juan Marsé, Caligrafía de los sueños

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La nueva novela de Juan Marsé no puede defraudar a ninguno de sus fieles porque es Marsé en estado puro, puro estilo Marsé. El autor vuelve a retratar Barcelona -el Barrio Chino, las tabernas, los prostíbulos-, que es un personaje más, durante la posguerra -el olor a café torrefacto, un bien escaso, lo impregna todo. Están también allí los desafectos al régimen, las cárceles y la quema de libros, pero, sobre todo, destacan dos personajes, por un lado Domingo-Mingo o mejor Ringo (Marsé niño en gran medida), a través de cuyos ojos atentos a todo -¿o no tan atentos?- vemos desfilar a los personajes. A sus quince años sueña con un magnífico futuro como pianista y mientras tanto va al cine, lee a todas horas en el bar Rosales, observa e interviene en las vidas de sus vecinos; por otro, la señora Mir, una feliz creación que se resiste a llevar una vida mediocre y busca, desde la inocencia, el amor. Hay otros personajes inolvidables como el Matarratas, doña Paquita, la tabernera o la atrayente Violeta, los amigos de Ringo, como el Quique, el Chato, y las ratas azules... Ah, y una carta.
Caligrafía de los sueños no explora nuevos caminos ni pretende experimentar, eso sí, completa la obra de Marsé y, pese a recorrer algunas vías ya transitadas, consigue sorprender. 
El lenguaje es tan rico como siempre, variado, especialmente el registro coloquial. Sirva de ejemplo este párrafo que le dedica Pep el Matarratas a su hijo Ringo para iniciar su educación sentimental: "Es una enfermedad infecciosa en la minga que se coge yendo de burilla con mujeres del Barrio Chino. - Se han parado frente al cine y el chico mira los carteles-. Furcias. ¿Sabes lo que es eso? Claro que furcias las hay en todas partes, no solo en el Chino, que conste... Además -añade con un deje lastimero-, hoy ese distrito ya no es lo que era, ni mucho menos. Tenías que haber visto aquello hace quince años, cuando íbamos a La Criolla en la calle Cid... Bueno, yo solo fui una vez. Callejuelas miserables llenas de tascas, con fulanas y maricones y chulos de la peor calaña... De todos modos no hay otro sitio para ir de burilla. Pero no es recomendable, ¿sabes?, y es bueno que lo sepas. Supongo que todavía no se te ha ocurrido ir a fisgar por allí con tus amiguitos, algún sábado por la noche..." 
Se le han colado al autor algunos catalanismos (ginesta, un par o tres de...), pero en conjunto es el suyo un estilo muy elaborado. Recomendable sobre todo para los admiradores de Marsé.



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