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Josefina Aldecoa, La fuerza del destino

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La muerte de Josefina Aldecoa me ha traído a la memoria un libro del que guardo un agradable recuerdo: La fuerza del destino. Es el tercer capítulo de la trilogía que comienza con Historia de una maestra y sigue con Mujeres de negro. También los otros dos merecen la pena, pero este me gusta especialmente por la sensibilidad con que trata el tema de la vejez (sin olvidar a José Luis Sampedro en La sonrisa etrusca). En Mujeres de negro, la protagonista, Gabriela, depurada por el franquismo, ha de exiliarse a México tras la muerte de su marido, asesinado por defender las ideas de la República. En esta tercera parte, Gabriela vuelve a España, tras la muerte de Franco, para reunirse con su única hija y con su nieto. Será el comienzo de su declive. Al mismo tiempo, verá a la democracia española dar sus primeros pasos.
Gabriela, en su soledad, deja el campo abierto a los recuerdos y con ellos llega casi imperceptiblemente la senilidad. Y esa descripción de la pérdida progresiva de memoria, de la confusión de sueño y realidad es lo mejor de la novela.
La voz de la novela es una primera persona que en una especie de fluir de conciencia -sin espontaneidad, demasiado organizado- narra su propio deterioro mental, desde su punto de vista y desde el de los otros personajes (conocemos la otra cara de la realidad cuando reproduce las palabras de los demás). 
Como indica su título, la existencia de Gabriela está determinada por la época en que le ha tocado vivir y una buena forma de acercarnos a ella es leer esta trilogía.

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