La novela se centra en un período de la vida de Emilio Brentani, su madurez. Cuando termina la narración no cabe esperar más de la vida, solo un triste envejecer.
Brentani es un ser egoísta que huye de obligaciones y compromisos y acaba atrapado en una relación amorosa con Angelina, que en un principio era para él una simple aventura. Angelina lo utiliza, lo exprime, pero no puede amarlo, y eso es lo que le lleva a él a perderse por amor, el sentirse rechazado. Por más que intenta liberarse de ese amor inmoral que lo envilece, no lo consigue, y nosotros presenciamos las mil excusas que inventa para seguir a su lado. El libro es, por tanto, un proceso psicológico, una profundización en la mente de Emilio, en su vileza.
Aparecen otros dos personajes: Amalia, hermana de Emilio, fea, flaca, vieja, pero ávida de amor y Bally, el alter ego de Emilio, su gran amigo seductor y atractivo.
Angelina se nos va descubriendo como un ser falso, con dobleces, pero la comprendemos porque es su manera de sobrevivir en un ámbito hostil.
Emilio, solo y lleno de remordimientos, ve transcurrir los días y recuerda aquellos momentos como los más felices de su vida porque, aunque estuvieron llenos de celos, incertidumbre y trabajos, se sentía vivo: "Años más tarde, se quedaba fascinado recordando aquel período de su vida, el más importante, el más luminoso y empezó a vivir de él, como vive un viejo del recuerdo de su juventud."
La novela es menos irónica que La conciencia de Zeno, pero el tratamiento de la psicología de los personajes es similar porque se engañan también a sí mismos ante los lectores, como en la vida real nos pasa a todos, que no somos capaces de aceptar la realidad de lo que somos y buscamos máscaras para superponerlas. Ese es, en mi opinión, el gran mérito literario de Svevo.
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