A veces la anécdota impide ver el bosque. Eso es lo que creo que está ocurriendo con El bolígrafo de gel verde. Un autor novel, Eloy Moreno, decidió escribir la novela que le hubiera gustado leer, editarla e ir vendiéndola con su maletilla en la mano. Poco a poco, la novela se fue dando a conocer con la ayuda de Internet y de unos cuantos lectores entregados, hasta que Espasa quiso darle alas. El pequeño David-Eloy enfrentado al mundo editorial, que probablemente habría despreciado su novela.
Lo normal, dicho esto, sería hablar de la propia novela. Pues bien, no he leído ninguna crítica de este libro, ni positiva ni negativa, pero la anécdota se repite por doquier.
¿Merece la pena leer El bolígrafo de gel verde? Sin ser una obra maestra, es una novela fresca con un estilo muy personal. En el estilo narrativo de Eloy Moreno predomina la oración bimembre, la enumeración y el verbo. Todo ello aporta agilidad. En cuanto al contenido, se trata de una reflexión sobre la rutina y la espiral en que nos metemos nosotros solos cuando buscamos una vida segura, sin riesgos. Todo ello está aderezado con ingredientes de novela policíaca -el narrador/protagonista mientras busca su bolígrafo va descubriendo pistas que no siempre sabe cómo analizar-, con recuerdos de la infancia, con reflexiones sobre nuestra forma de percibir la realidad... A veces es un poco repetitivo, pero sabe mantener el interés; a veces es un poco melodramático, cursi incluso; la estructura es extraña... Son pequeños defectos de primera novela. No es una obra maestra, pero se pasa un buen rato y actúa como espejo de nuestra sociedad.
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