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Almudena Grandes, Inés y la alegría

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"Harina, la que admita". Y a lo largo de 700 páginas vamos descubriendo un episodio desconocido de nuestra posguerra que pudo cambiar la historia de todos nosotros -la invasión del valle de Arán por los militantes del partido comunista refugiados en el sur de Francia-  mientras aprendemos a preparar rosquillas de cinco en cinco kilos. Dicho así parece una novela de humor, pero justo ese ingrediente es el que le falta, los demás los tiene todos: intriga, datos históricos, cotilleos sobre las interioridades del partido comunista, una historia de amor, aventura (porque la vida en la clandestinidad es muy mala, pero también muy buena)... Almudena Grandes sigue la senda que se marcó con El corazón helado y es un terreno en el que brilla porque sabe novelar a partir de hechos reales. Por otra parte, se propone crear una magna obra al estilo de los Episodios Nacionales de Galdós - de ahí que ella misma hable de "episodios"- y, aunque es difícil alcanzar el dominio lingüístico de Galdós (con sus inolvidables descripciones caricaturescas y su ironía aplastante) no queda en mal lugar. 
Inés y la alegría es una novela bien estructurada, en la que todos los cabos se recogen antes de finalizar. Sus tres voces narrativas aportan variedad y diferentes puntos de vista -uno de ellos el de la autora- de los mismos hechos, siempre con afán explicativo, lo que le aporta al lector la sensación de que ha presenciado los hechos, es decir, es una novela completamente realista, pero este recurso estructural impide considerarla una obra decimonónica. Almudena Grandes es hija de su tiempo y como tal utiliza un subgénero que mezcla la realidad con la ficción para crear solo ficción. Incluso los personajes reales que circulan por sus páginas -Dolores Ibárruri, Monzón- son pura ficción tras pasar por el tamiz de la novelista.
La novela tiene todos los ingredientes para llegar a lectores muy diversos: por una parte integra condimentos de la novela popular de fines del s.XIX -intriga, aventuras, maniqueísmo en el tratamiento de los personajes- y por otra es una obra culta que se apoya en una amplia bibliografía y en testimonios directos.
Es también una obra épica, o al menos lo son esos miembros del partido comunista que luchan toda su vida por defender la libertad, aun a pesar de los propios dirigentes del partido, más preocupados por sus ansias de poder que por los ideales. Por tanto, la visión de la autora -escritora de izquierdas confesa- no cae en la subjetividad partidista sino que hace un esfuerzo por recrear este episodio de la historia con todos sus matices.
No sé qué opinaréis. Yo espero con muchas ganas los cinco próximos episodios de una guerra interminable.

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