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Kirmen Uribe obtuvo con esta novela el Premio Nacional de Narrativa de 2009. Narra el vuelo ficticio del propio autor entre el aeropuerto de Bilbao y el JFK de Nueva York.  Durante el vuelo, el narrador describe el proceso de elaboración de una novela que está escribiendo sobre tres generaciones de una misma familia vinculada al mar, la suya.  Bilbao-New York-Bilbao presenta una estructura de puntizones y corondeles que va creando una especie de malla, como las redes de los marineros. Va alternando anécdotas de las tres generaciones con digresiones transversales, reflexiones y originales analogías que recuerdan al Kirmen Uribe poeta.
El propio narrador hace en la novela una declaración de intenciones: "Foster Wallace (...) afirmó lo siguiente: `Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada`. 
En determinados momentos de la obra va desvelándonos cómo ha sido el proceso de creación de la novela que tenemos entre las manos, literatura dentro de la literatura, lo cual no es original pero puede ayudarnos a comprender la obra: "Pensé que yo debía mostrar lo que hay detrás de una novela, enseñar todos los pasos que se dan a la hora de escribirla, las dudas, las incertidumbres. Pero la propia novela no aparecería en la novela. Tan solo el lector podría intuirla, como intuye el espectador el retrato de los reyes que pinta Velázquez en las Meninas. No quería construir personajes de ficción. Quería hablar de gente real". Y reales son los pescadores que surcan sin denuedo el mar de la vida, el cuadro cuyo misterio quiere desvelar, las bombas del País Vasco, el mar del Norte...
Las anécdotas son  pequeñas historias familiares en las que descubre que la historia de la familia de su padre es de huidas y retornos, pero siempre vinculada al mar. También tienen cabida relatos casi fantásticos, errores de la memoria colectiva, explicaciones científicas. Y además tenemos fragmentos de un diario escrito muchos años antes por un joven lleno de ilusiones que sabemos ha muerto. 
Hay verdaderos momentos de emoción, por ejemplo cuando describe la muerte de su padre, y aparecen analogías y reflexiones muy acertadas, como la que compara la literatura en lengua vasca con la casa del escritor Txomin Agirre. Este no quería mostrarla a su amigo de toda la vida porque era una casa pobre, y así es la literatura vasca "pequeña, humilde, desordenada. Pero lo peor que podemos hacer es mantenerla oculta. Al contrario, es necesario que invitemos a entrar a quienes nos visiten y les ofrezcamos cuanto tengamos en casa, aunque lo que ofrezcamos sea poco, y les parezca pobre. Tenemos la tradición que tenemos y con ella debemos avanzar; eso sí, tratando de atraer al mayor número de lectores. Porque la mejor forma de airear la casa es abrir las ventanas".
Si os apetece entrar en una de las habitaciones de esa pequeña casa y ver una forma original de hacer novelas, fragmentarias, pequeñas, desordenadas, pero muy auténticas, pasad a esta.

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