El cuaderno rojo es el libro de las coincidencias. Auster recoge anécdotas sucedidas desde 1972 que tienen como factor común el azar: diez centavos se pierden y aparecen de repente muy lejos de donde desaparecieron; un hombre y una mujer se reencuentran muchos años después de haberse separado y ...; un amigo escritor decide buscar a su padre, a quien no ve desde la infancia, justo cuando... Las casualidades comenzaron para Auster en su vida real cuando en 1960 o 1961 fue de excursión al bosque con unos compañeros y, cuando cruzaban una alambrada, le cayó un rayo a su amigo y no a él. A partir de entonces el mundo se le representó como un misterio azaroso. Precisamente empieza a escribir para, como dice Justo Navarro, tratar de "traducir el mundo a palabras comprensibles".
Con Paul Auster reflexionamos sobre un hecho terrible: somos tremendamente vulnerables porque dependemos de la casualidad. El azar rige nuestro destino.
En esta idea coincide Philippe Claudel, que en Almas grises dice: "A veces pienso que somos como una piedrecilla en el camino, que permanece durante días en el mismo sitio, hasta que el pie de un paseante choca con ella y la lanza por los aires, sin razón".
Para Auster recordar que somos tan frágiles es una obligación moral, por ello el escritor ha de ser un cazador de coincidencias.
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