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Juan Marsé, Canciones de amor en Lolita`s Club. Lumen. 2005.


La cita con la que se abre la novela da la clave de su contenido: "Es ridículo no protegerse de la propia maldad, lo que es posible, y hacerlo de la de los demás, lo que es imposible" (Marco Aurelio).
Tenemos un protagonista, Valentín, que es un joven deficiente que representa todo lo puro, la inocencia de su falta de entendimiento, y a su antagonista, Raúl, hermano gemelo de Valen y  policía corrupto, violento, suspendido de empleo y sueldo por las salvajadas cometidas. No son enemigos, se quieren y Raúl protege a Valen, pero acabarán enfrentados por una prostituta, Milena.
El escenario del Club Lolita´s es también protagonista de la novela, el que crea el ambiente con sus prostitutas y proxenetas. Y ese ambiente es una bajada a los infiernos, pues las chicas están allí contra su voluntad, pendientes de pagar la deuda que han contraído en sus países de origen para venir a España. 
El narrador describe con detalle lo que ve, como una cámara de cine. De ahí que algunas secuencias queden inconclusas mientras la cámara se traslada, de ahí la percepción del detalle y la reconstrucción de los diálogos. 
Aparece también un narrador omnisciente que percibe lo que piensan los personajes y refleja lo que ni ellos mismos pueden explicarse.
Describiendo cada gesto, cada movimiento, cada visita al Lolita´s Club, vamos conociendo a los hermanos Caín y Abel, una oposición maniquea solo aceptable por el lector en cuanto que Valen no es solo el bueno, es el retrasado, el que si no actúa inadecuadamente es porque no tiene la suficiente inteligencia para hacer el mal.
Y al fondo tenemos una historia de thriller en la que se van desarrollando los acontecimientos hasta que Valen es traicionado por las personas que más quiere, lo que provoca un desenlace inesperado y épico.
El remordimiento y el amor llevarán a Raúl a humanizarse, a actuar altruistamente con Milena, a dejar de ser el hombre violento al que no le importaba ni su propia vida.
El autor describe con precisión el submundo de la droga, cercano y lacerante. Los círculos concéntricos del sufrimiento van de lo general (las chicas) a lo particular (Raúl, Olga), pero queda abierta la esperanza.

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