Winter journal es el título original de este libro de Auster. El término "diario" en español, como sabemos, es polisémico. En el DRAE aparecen como segunda y tercera acepción las siguientes: 2. "Relación histórica de lo que ha ido sucediendo por días, o día por día". //3. "Periódico que se publica todos los días". Por tanto, este libro alude a la tercera acepción, es un "journal", no un "diary"; es público, no privado; es una relación de hechos, no unas memorias. Creo que eso explica la voz narrativa: segunda persona. El narrador no se confiesa en primera persona sino que habla consigo mismo como alter ego (?).
No es, por tanto, un libro de memorias sino una relación de recuerdos, sensaciones, miedos, impresiones, sentimientos... tomados de distintos momentos de su vida y hasta cierto punto asistemáticos. Aparecen hechos ya vistos en El cuaderno rojo, pero ahora la perspectiva es diferente porque el recuerdo parte de la última vuelta del camino. El "invierno" de la vida es la metáfora que ha elegido Auster para referirse a sus últimos años. Escribe desde sus 64 años y, como otros autores, siente el vértigo del paso del tiempo, que no sabe las oportunidades que le tiene reservadas. Así, surgen en su memoria detalles relevantes (un accidente de automóvil narrado con la fuerza y el misterio propia de un gran escritor; las primeras relaciones amorosas -convencionales-; las sucesivas casas por las que ha pasado, con todos los pequeños recuerdos adheridos; la muerte de sus padres...) y también insignificantes (sus comidas preferidas, sus pequeños tropiezos, las cenas de Navidad...).
Sorprende la (aparente) sinceridad de la narración, que puede ser un buen recurso para difuminar los límites entre realidad y ficción. Atisbamos al verdadero Auster, pero no nos sorprende porque siempre ha estado ahí, en todos sus libros, siempre tan impregnados de su mismidad. Y apreciamos que sus preocupaciones, sus batallas con el azar (de nuevo la obsesión por su amigo muerto a causa de un rayo), sus apoyos -Siri, su mujer-, son similares a los nuestros, por tanto, imperecederos.
El libro tiene momentos vacíos de contenido, irrelevantes, fútiles, pero es tanta la maestría que demuestra en los episodios destacables que compensa esos otros inanes. En definitiva, la literatura es lenguaje, poco importa lo que se cuente si está bien "trovado". ¿O no?
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