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"Las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo. No se trata de poner la pluma al servicio de una causa, por justa que sea, sino de introducir el fermento contestatario de esta en el ámbito de la escritura (...) Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia" (Juan Goytisolo, Discurso de recepción del Premio Cervantes).  

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"Vamos a ser felices", Luis Alberto de Cuenca

Vamos a ser felices un rato, vida mía, aunque no haya motivos para serlo, y el mundo sea un globo de gas letal, y nuestra historia una cutre película de brujas y vampiros. Felices porque sí, para que luego graben en nuestra sepultura la siguiente leyenda: "Aquí yacen los huesos de una mujer y un hombre que, no se sabe cómo, lograron ser felices diez minutos seguidos." (Por fuertes y fronteras).

Manuel Vicent, Aguirre el Magnífico

elpais.com He leído Aguirre el Magnífico porque pertenece a un subgénero que cada vez me gusta más, la biografía novelada. Y no me ha decepcionado. Vicent cumple con creces pues da cuenta de la novelesca vida de este personaje salido de los espejos deformantes del callejón del gato, según asegura el propio autor. No es que Vicent haga una descripción grotesca del personaje, es que los materiales que la historia de España más reciente y que el propio Aguirre proporcionan son en sí, al menos, pintorescos. Por lo demás, no creo que Vicent traicione a su amigo biografiado, aunque, eso sí, se cumple lo que le dijo el Rey en la recepción del comienzo de la obra, cuando Aguirre le presentó a Vicent como su “futuro biógrafo”:  "Coño, Jesús, pues como lo cuentes todo, vas aviado". No sé si cuenta todo, pero hay suficientes anécdotas, muestras de su aguda inteligencia, comentarios irónicos y malvados, puros cotilleos que permiten un acercamiento a la personalidad de este ser t
Cuántas gentes corren tras la riqueza sin tomar reposo. Toda la noche hacen sus cuentas, por el día galopan. La vida pasan en un anhelo constante,  lleno de fatigas. No saben que sobre el techo de sus  casas el cielo es azul.” (Tai Fu Ku . Siglo XIII) ¿Qué será de ti, Dios, cuando yo muera? Yo soy tu jarra: ¿cuando me haga añicos? Soy tu bebida: ¿cuando me corrompa? Yo soy tu atuendo, yo soy tu oficio, sin mí careces de sentido. después de mí no tendrás casa donde te saluden palabras tibias y cercanas. La sandalia de terciopelo que soy yo se soltará de tus pies cansados. Perderás tu gran manto. Tu mirada, que mi mejilla acoge tibiamente, como con almohadones,  vendrá y me buscará largo tiempo… y al ponerse el sol se tenderá  en el regazo de piedras extrañas. ¿Qué harás, Dios? Temo por ti. (Rainer María Rilke. El libro de horas )