Era difícil superar Ventajas de viajar en tren. Por supuesto, Orejudo sigue siendo el mismo autor perfectamente dotado para la fabulación, pero en mi opinión esta novela, que entretiene y divierte, tiene dos defectos graves: por una parte, el autor abusa del recurso a sacar de quicio la realidad. En Ventajas, la realidad se había desquiciado, se salía de cualquier límite de la verosimilitud porque los protagonistas estaban locos, y ese hecho dotaba de sentido a unos hechos increíbles. En esta novela, vuelven a aparecer situaciones desmadradas, pero los personajes están cuerdos, más o menos desquiciados por las circunstancias pero cuerdos; por otra, la estructura en tres partes queda un poco laxa, no termina de ensamblar los relatos. La primera parte, una novela de campus, es desternillante y en ella se alcanzan los mejores momentos de la novela porque la realidad norteamericana que refleja -como todos sabemos- es absurda; la segunda parte es una novela de iniciación, en este caso,
Deshaced ese verso, Quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma. Aventad las palabras, y si después queda algo todavía, eso será la poesía. (León Felipe)